A IMAGEN SUYA NOS CREÓ Y NOS REDIMIÓ.

 


Iluminación: Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra". (Gn 1, 27- 28)

Todo lo que ha sido creado por Dios no ha de ser adorado, es tan solo una creatura. Dios creó al hombre por amor y creó las cosas para que estén al servicio del hombre. Los hombres deben de ser amados, y las creaturas han de ser usadas, y no al revés, las cosas amadas y los hombres usados. A esto se le llama Inversión de Valores que dejan un Vacío, un Caos que llevan a la Idolatría, que encuentra su fuerza en la mentira: “Cuanto tienes, cuánto vales.” “No nos creamos dioses.”

¿Qué significa ser Imagen de Dios?

Ser imagen de Dios significa pensar como Dios nos piensa, con amor, cariño y ternura. Su primera mirada para los hombres es para verlos como hijos suyos, como personas valiosas importantes y dignas: “Dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo.” (Is 4, 4) “Tengan los ismos sentimientos y pensamientos de Cristo Jesús.” (Flp 2, 5) Valora a los otros como Dios los valora, todos, hombres y mujeres, pobres y ricos tenemos la misma dignidad, pero diferentes en carisma, y nos complementamos unos con los otros.

Ser Imagen de Dios significa ver, pero, más que ver mirar y discernir entre lo que es izquierda y derecha, en lo que es blanco y negro, entre lo que es bueno y malo. Dios no se fija en la acción, sino en la intención del corazón: «No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón.» (1 de Sm 16, 7).

Ser Imagen de Dios significa hablar, pero, más que hablar significa comunicarse- Comunicarse usando las lenguas de Dios. Palabras amables, veraces y limpias. Hay que hablar en la Verdad, porque Dios es el Veraz y en él no hay mentira. Su Palabra nos anima, nos reconcilia, nos consuela, nos libera, nos enseña, nos salva y nos corrige.

Ser Imagen de Dios significa oír, pero, más que oír significa escuchar, a Dios y escuchar el clamor de los pobres. Escuchar la Ley natural que Dios ha puesto en el corazón de todo hombre y mujer. De cualquier raza y color: “No hagas cosas malas, haz cosas buenas, si fallaste entonces pecaste y él te dice: Arrepiéntete, si obedeces estas tres palabras entonces te dice: Alégrate, para luego decirte: Proyéctate, echa para delante, para atrás ni para agarrar impulso.  Sin desviarse ni a izquierda ni a derecha. 

Ser Imagen de Dios significa trabajar para eso te ha dado dos manos. Que tus manos no se paralicen, no se tullan, que las puedas extender para trabajar y para servir. “El que no trabaje que no coma (1 de Tes 3, 10) Y el que no trabajaba que se ponga a trabajar con sus manos para ayudar a los necesitados (Ef 4, 28) El que trabaja se convierte en u colaborador del Señor en la Creación y en la Redención: Trabajar en la liberación, en la reconciliación, en la salvación y en la santificación de los hombres. Trabajar para ayudar a otros a ser más personas y mejores personas.

Ser Imagen de Dios significa caminar, para eso nos ha dodo dos pies para ponernos de pie y caminar en la Verdad. Caminar significa amar, camina el que ama y el que no ama se arrastra. Amar es darse, es entregarse y es donarse por amor y con alegría al servicio de Cristo y de su Reino. Todo el que ama se hace discípulo de Cristo. 

Ser Imagen de Dios significa Descansar. Cristo es nuestro Descanso, para entrar en su descanso hay que romper con el pecado, entregarle la carga, para recibir su yugo y participar de su Naturaleza divina (Mt 11, 28- 29; 2 de Pe 1, 4) Y al estar en Comunión con Cristo podamos alcanzar la salvación por la fe y la perfección cristiana (2 de Tm 3, 14- 17). 

Dios no quiere que seamos sordos, mudos, ciegos, tullidos, paralíticos. Dios no quiere que seamos oprimidos y aplastados por el pecado para eso nos envió a su Hijo para que abriera las sepulturas, nos sacará fuera y nos llevará a nuestra Patria, revestidos con su Espíritu Santo (Ez 37, 12). Jesús viene a poner Orden en el Caos. No le hagamos al sordo ni al ciego ni al mudo, pongamos nuestros dones al servicio de los demás, seamos útiles y seamos servidores de todos. 

¿Desde cuándo nos ama Dios? 

Jeremías nos dice: Con amor eterno te amado y tengo reservada gracia para ti. (Jer 31, 3) Pablo sigue la ruta de Jeremías y nos dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.” (Ef 1, 3- 10)

Elegidos por amor y para amar; destinados a ser hijos de Dios en Cristo; Redimidos y salvados por él; Santificados por la acción del Espíritu Santo. Dios nos ha bendecido, somos benditos en Cristo.


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